¿Para qué sirve esto?

¿Para qué sirve esto? ¿Cuál es la importancia de este tema?

Si escribo sobre un tema marginal, no debería molestarme la pregunta, pero me inquieta. El mero hecho de que la pregunta esté ahí, entre las posibilidades para las que debo prepararme, me inquieta. Debe ser la voz marxista (ortodoxa) dentro de mí, que se avergüenza por no hacer algo en apoyo a la Revolución Proletaria Mundial (tremenda mierda). Hay al menos dos partes en esta angustia: la idea de la ciencia ficción como producto cultural marginal y la idea de que todo lo que hace alguien que se autodenomina marxista debe apoyar, directamente, la Revolución Proletaria Mundial.

Vamos por partes -como diría Jack el destripador.

La ciencia ficción como producto cultural marginal. ¿Es cierto aún? Digo aún porque todo tiene un tiempo y un lugar, y los prejuicios tienen que ver con eso, con ideas que se enraízan y resisten el paso del tiempo, la superación empírica de sus presupuestos, porque ya viven en el imaginario y sirven al poder allí. Ni el racismo, ni el sexismo, ni el valor del drama como expresión de los conflictos humanos necesitan pruebas materiales, son presupuestos que ayudan a mantener el orden. Un poco presuntuoso de mí equiparar el orden del mundo con el orden de las expresiones literarias, pero esto es un ejemplo. Entonces, la ciencia ficción, como la comedia –digamos-, está abajo en la jerarquía de las expresiones artísticas. ¿Está? Vista la cantidad de dinero que se hace con la ciencia ficción y la decadencia sistemática del interés por los dramas “realistas” –meh- me parece cada vez más que llamarle marginal a las expresiones artísticas fantásticas es solo una estrategia del poder académico para negar el cambio.

Es como enseñar literatura eurooccidental escrita por hombres y decir que es Literatura Universal. Es mentira. Pero es una mentira académica, respaldada por siglos de racismo y sexismo, dirigida a infantes, así que la mentira prospera, se repite, va a examen… y aquí tenemos que en Chile debes saber… -no hablo de Chile, no me toca. Y aquí tenemos que en Cuba debes saber de los mitos griegos, pero no de las épicas de la resistencia angolana ante el colonialismo portugués, para ser persona culta. Persona colonizada, sería una mejor definición, digo yo.

De vuelta a la marginalidad de la ciencia ficción. ¿Lo es? Sí y no.

Lo es en la Academia, donde los criterios de valor cultural y significación social del arte siguen permeados de un eurocentrismo positivista que da asco. Lo es en los medios que se las dan de cultos, que reproducen esos criterios en nombre de la defensa de la cultura, tal y como la define la más rancia academia. La ciencia ficción es un tema marginal en las charlas académicas de intelectuales tradicionales, o esa ha sido mi experiencia.

No lo es en espacios de lectura general o de estudio de consumo cultural, donde interesa “la realidad” y no “el deber” de la cultura y sus derroteros. Algunos de esos espacios presumen de un interés en la monetización de la ciencia ficción que da asco, pero bueno… A quienes simplemente leen, van al cine o miran TV no les parece descabellado que alguien estudie ciencia ficción, o esa ha sido mi experiencia.

Entonces, debería ser suficiente con asumirme como una intelectual orgánica de ¿cultura popular? Igual que cuando dices “maricón y qué” se puede decir “ciencia ficción, sí” ¿no? En teoría se puede.

El problema viene después, cuando te preguntan “¿Para qué?”. Ahí es donde llegamos a la idea de que todo lo que hace alguien que se autodenomina marxista debe apoyar, directamente, la Revolución Proletaria Mundial. Porque marxista casi nunca significa “creo en la Teoría de la Plusvalía”, sino “creo en la injusticia inherente del capitalismo y la naturaleza revolucionaria del proletariado”.

Por cierto, mi versión de marxista combina ambas ideas, por eso tengo que aclararle las cosas a la gente tan a menudo. Soy una geek marxista, estoy jodida.

¿Cómo ayuda a la Revolución Mundial estudiar sexualidades en la ciencia ficción del Caribe hispanohablante?

La respuesta más sencilla creo que es: porque la ciencia ficción permite imaginar futuros mejores. No habrá Revolución Mundial sin imaginación, compañeres, porque hacer la revolución al modo que decían los venerables padres europeos de la filosofía nos ha dejado muy mal, ¿no? Desde Nicaragua hasta Camboya, elijan la variante de la cagada a nombre de seguir las instrucciones alemanas para modificar la realidad y alcanzar el paraíso comunista.

Pero hay otra respuesta, más digna.

Interrumpo la diatriba para dar agradecimientos: esta respuesta más digna se la debo a mi tutora Emily y mis colegas de año, Christian, Esteban, Maria Camila y Mauricio.

La respuesta más digna es: La crítica literaria no se dedica a resolver problemas materiales, no pretende cambiar directamente el mundo. Yo escribo sobre un tipo literatura porque me apasiona y eso es un objetivo en sí mismo.

La Revolución Mundial la tengo que hacer en mi tiempo libre, porque a nadie le pagan por adelantado por destruir el mundo. De hecho, generalmente, te pagan con martirio, muerte y beatificación posterior. No puedo imaginar peor destino para una que se dice marxista revolucionaria. Pero aquí estamos.

Próximo capítulo… ciencia ficción en Cuba, o la isla que se reinventa.

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