Primera antología de cubanas en la ciencia ficción llega con ocho años de atraso

Cubaliteraria, 25 de agosto de 2016

El pasado 9 de julio, el habitual Sábado del Libro (Calle de Madera, Plaza de Armas, Habana Vieja) presentó Deuda temporal. Antología de narradoras cubanas de ciencia ficción. El lanzamiento abrió el programa de promoción de la lectura del Instituto Cubano del Libro para el verano de 2016. La idea del volumen es del escritor Raúl Aguiar, quien hizo la selección, redactó el prólogo y estuvo buscando una editorial entre 2008 y 2014. Tras pasar por los comités de cuatro editoriales en La Habana y Miami, Colección Sur Editores –el sello del Festival Internacional de Poesía de La Habana- financió la impresión, y así tenemos un título que sacude la historiografía de la ciencia ficción cubana, pero incómodamente desactualizado. Comentaré primero las falencias y luego los aportes de Deuda temporal.

Deuda temporal. Antología de narradoras cubanas de ciencia ficción. Selección: Raúl Aguiar, Colección SurEditores, 2015

Primero: Ya no están todas las que son. La recopilación básica se hizo entre 2007 y 2008. Mientras buscaba fondos, Raúl Aguiar siguió sumando voces, pero el libro se detiene en 2013 –de acuerdo con sus declaraciones–. De haber llegado a las librerías en 2009, esta recopilación tendría el adjetivo “arriesgada” bien ganado, por incluir primerizas como Claudia Alejandra Damián, Victoria Isabel Pérez Plana o Grisel Antelo Martínez. En 2016, le faltan al libro textos de Grisel Antelo, Brigitte Pileta Durán y Claudia Inés López de Villavicencio (Hijos de Korad, Gente Nueva, 2013), Malena Salazar Macías (Premio David de Novela en 2015 y Juventud Técnica de Cuento 2016). Acaso también podría estar aquí Ivonne Goyri, autora de la trágica fantasía «La cabellera de Anikliriem» (Axis Mundi, Gente Nueva, 2011, pp. 55-59). Eso sin comprobar cuántas mujeres obtuvieron el Juventud Técnica de 2008 a 2015.

Segundo: Muchos de estos relatos ya no son representativos. Excepto quienes tenían ya carreras consagradas en 2008 (Daína Chaviano, Chely Lima, Gina Picard o Anabel Enríquez) o las que fueron incluidas por voluntad historiográfica, ya que sus incursiones en el género fueron puntuales (Ileana Vicente, Olga Fernández, Ileana Hernández, Maria Felicia Vera), ahora hay mejores piezas para la selección.

Tercero: El diseño de cubierta oscila entre el sin sentido y el desprecio a las personas incluidas. Es razonable que Colección Sur Editores mantenga su estilo, pues los rostros de escritores y escritoras son un sello distintivo y agradable. Es inusual en Cuba que la voluntad de acercar a quien escribe y quien lee se encarne de modo efectivo en el diseño del libro. Colección Sur lo había logrado hasta ahora con excelentes retratos, pero la masividad de una antología complica tal pretensión.

No se sabe si fue por la prisa o porque no le interesaba, pero la diseñadora no pidió sus fotos a las personas involucradas, sino que las obtuvo por su cuenta -¿de internet, de otros libros?- y las ordenó de acuerdo a… ¿qué? Casi el 40% de la cubierta lo ocupan Chely Lima y Daina Chaviano –ella en blanco y negro–, a su alrededor se ubican los retratos –seis veces más pequeños– de otras trece autoras.

Además del desbalance jerárquico, con esta solución no cabe todo el mundo, así que llegamos al segundo problema: otros nueve rostros se amontonan en la contracubierta, junto al antologador, que a primera vista y con su pelo largo parece una escritora más. Por supuesto, ya surgieron resentimientos en el gremio por los méritos que serían necesarios para estar en la parte frontal. Si vamos a organizar un escalafón, segura estoy de que Anabel Enríquez tenía que estar en la cubierta, ¡su cuento de nombre al libro! ¿Y qué decir de la calidad de las imágenes? Tres de estas fotografías no son retratos, sino fichas de expedientes policiales.

De todos modos es inútil: el índice lista treinta nombres, pero solo veinticuatro rostros femeninos recopiló la diseñadora. ¡Perdón! Veintidós, porque Mailyn Lozano García y Duchy Man están repetidas. La primera una vez rubia y otra morena. La segunda mira al suelo en la cubierta y al frente en la contracubierta. Rectifico una vez más: solo veintiún autoras hay aquí: Claudia Alejandra Damiani afirma que esa en el extremo inferior derecho de la cubierta no es ella.

Por último, ¿quién es quién? No hay imágenes junto a los cuentos o las –muy útiles– fichas biográficas de las autoras, así que es imposible hacer corresponder nombres y rostros. De este modo, lo que pretendía personalizar la experiencia de lectura acaba alienando al público.

Ahora los méritos, que creo que pesan más.

De izquierda a derecha: Yadira Álvarez Betancourt, Zullín Elejalde Macías, Raúl Aguiar, Claudia Alejandra Damiani, Yasmín Portales Machado y Evelin Pérez el día de la presentación.

Primero: El prólogo es excelente. Raúl Aguiar demuestra que no solo es un buen autor de ficción y docente de técnicas narrativas, es además un atento seguidor del género y, gracias a su vocación investigativa, puede reconocer las principales influencias literarias que han marcado a la producción del fantástico cubano. Además, el contenido autocrítico del ensayo reconoce –aunque de modo elemental- las tensiones culturales generadas por la cultura machista de Cuba y cómo esto influyó en que la calidad literaria de muchas de estas obras fuese cuestionada o negada de plano.

Segundo: Como bien aclaró Yoss en la presentación del Sábado del Libro, Deuda temporal no es una antología, sino una recopilación de alto valor historiográfico. Como Crónicas del mañana (Letras Cubanas, 2009), la reunión del ensayo introductorio, las narraciones y reseñas biográficas deja como saldo un canon específico, abre un camino investigativo que permite una visión más clara de los aportes femeninos a la literatura cubana –a la cultura, a la nación toda-.

Tercero: Esta recopilación construye un mapa transnacional de Cuba. Aguiar –y su actitud no es aislada ni nueva entre quienes nos dedicamos al fantástico cubano– no considera el lugar de residencia para excluir o incluir, sino los límites del género, el contenido especulativo de las ficciones que conoce. Si no hubiera sido por la demora en conseguir financiamiento, este sería el primer libro con textos de Daína Chaviano publicado en Cuba desde que emigró a Estados Unidos a principios de los noventa, no el poemario Confesiones eróticas y otros poemas (La Luz, 2015).

Cuarto: La misma voluntad inclusiva hace de este un libro extremadamente variado en estilos, temas, perspectivas éticas. Se encuentran entre las páginas de Deuda temporal reescrituras de mitos culturales, la exploración del hiperespacio virtual, el contacto consciente o no con alienígenas, la inteligencia artificial, la evolución, la ecología, la bioética. Los recursos para construir estas historias pasan por el humor, el horror, el misterio, la parodia. El arco temporal que recorre la selección, desde 1980 hasta 2012, permite además estudiar cómo cambian las preocupaciones, los referentes culturales, la ideología.

Quinto: No solo hay mujeres en este libro. A inicios de 2016 supimos en Cuba que Chely Lima es un hombre transexual. La voluntad de la antología, reconocer el aporte de las mujeres a la literatura de ciencia ficción cubana, se multiplica ahora al incluir, por primera vez en Cuba, a una persona transexual. Lima está ahí por sus méritos literarios, como debe ser, y es lástima que no se mencione en su ficha -¡no lo sabíamos!-, pero su mera presencia marca un antes y un después. Abre incluso la pregunta de si debería estar en la próxima «Antología de narradoras cubanas de ciencia ficción». Cierto es, el antologador y el público que la adoraba la consideraban mujer, Chely –por instinto básico de sobrevivencia– fingió serlo tanto tiempo como pudo. Entonces, ¿la masculinidad o la feminidad están dentro de ti o en quien te mira?

En resumen. En contra: no están todas las que son –pero eso no es culpa del antologador-, mal diseño de cubierta y algunas erratas. A favor: buen prólogo, y todas, más él, dan un buen panorama de la variada ciencia ficción cubana. Recomiendo Deuda temporal. Antología de narradoras cubanas de ciencia ficción para su librero.

Relatos y firmantes

  1. «La anunciación». Daína Chaviano
  2. «La más bella envoltura». Chely Lima
  3. «Adaptación». Ileana Vicente
  4. «Detrás de la puerta». Maria Felicia Vera
  5. «Fundación». Olga Fernández
  6. «Tocado femenino». Ileana Hernández
  7. «Los delirantes». Gina Picart Baluja
  8. «Clonación». Mailyn Lozano García
  9. «Vendedor ambulante». Nora Calas
  10. «Electric geisha». Duchy Man
  11. «Deuda temporal». Anabel Enriquez
  12. «Jane a las 10 y 30». Haydee Sardiñas
  13. «Tan solo en esta esquina…» Evelin Pérez
  14. «¿Dónde me pongo?» Ida Mitrani
  15. «Kadoor». Niurka Alonso Santos
  16. «Efecto Mariposa». Viana Barceló
  17. «Sobrevivientes». Mariela Varona
  18. «Magic Room» o «Viaje al centro de la tierra, otra vez». Jamila Medina
  19. «La noche del león y los pájaros de fuego». Yasmín Portales Machado
  20. «Fichas de ajedrez». Lidia Soca Medina
  21. «Carne y pescado». Yadira Álvarez Betancourt
  22. «Menephilus Calxys en Sajari». Yeny Mila Ramos
  23. «La noticia». Zullín Elejalde Macías
  24. «Tornillo flojo». Victoria Isabel Pérez Planas
  25. «Pollitos en el espacio». Marié Rojas Tamayo
  26. «El retorno». Claudia Alejandra Damiani
  27. «La tablilla del destino». Grisel Antelo
  28. «La estrella de fuego azul». Janin Ruiz Hernández
  29. «Cacería cíclica». Elaine Vilar Madruga
  30. «Se acerca el invierno». Laura Azor

Fuente: Sección “Incitaciones” de Cubaliteraria. Portal de la literatura cubana en internet.
URL: http://www.cubaliteraria.com/articulo.php?idarticulo=19604&idseccion=31 [link roto]

Descarga el libro completo en PDF:

Deja un comentario