Después de mi clase de Español 101, suelo caminar de vuelta a la oficina. Mientras vuelvo al refugio de Freindly Hall 30, pienso en cómo cumplir con mis lecturas, ejercicios y tareas de becaria. Prefiero pensar con banda sonora, así que Radio Pandora me acompaña.
En Friendly Hall 30 almuerzo con la mayoría del grupo de estudiantes de Máster en Lenguas Romances. Es agradable. En esa hora podemos discutir dudas o charlar de cualquier cosa. Como somos un grupo que reúne tres idiomas, jugamos mucho a “¿Cómo se dice?”. El resultado es que entiendes cómo una palabra varía entre las lenguas romances del Mediterráneo y después vuelve a cada idioma con extraña familiaridad.
A partir de las 2 pm, Friendly Hall 30 está más silencioso. Aunque queramos, ya no se juega, porque volvemos a las aulas. Tengo clases martes, jueves y viernes en la tarde. Lunes y miércoles me quedo en la oficina, cierro la boca y leo. Prefiero estudiar en Friendly Hall 30, así que puedo quedarme hasta las nueve o diez de la noche. Allí tengo una taquilla para mis libros y una mesa muy cómoda.
Mi mamá no entiende eso: ella quiere que regrese a casa temprano, meriende y estudie. No. Yo pienso mejor en Friendly Hall 30, con colegas y libros cerca. Allí mi equipo cierra la puerta al mundo y pensamos, entendemos, volvemos sobre nuestros errores o dudas.
Prefiero pedir un “Safe Ride” para irme de Friendly Hall 30. Así puedo relajarme en el viaje. Cuando cierro la puerta de mi casa, ya solo quiero saber de mi madre y su día.
Suelo mirar NETFLIX en la cama por una hora. Cada día entiendo mejor los parlamentos y lo que significan. ¡Ya puedo ver un capítulo completo de “Sense 8” o “Daredevil” sin perderme! Juego en mi cabeza con los personajes y mis ojos se cierran muy despacio. Duermo así, con arrullos de cultura pop en la wifi…
Mañana vuelvo a Friendly Hall 30.