
En las primeras filas estaban representantes de las entidades involucradas: Zuleica Romay Guerra, Presidenta del Instituto Cubano del Libro; Juliana Merino, Embajadora de Argentina en Cuba; Jorge Fornet, Norberto Codina y Rodolfo Hamawi, integrantes del jurado, así como Basilia Papastamatíu coordinadora del Concurso. Entre el público se destacaban Roberto Fernández Retamar y Pablo Armando Fernández, escritores laureados con el Premio Nacional de Literatura de Cuba.
La ceremonia comenzó con la introducción de Basilia Papastamatíu, argentina afincada en La Habana, poeta y promotora literaria., quien explicó que el Premio Iberoamericano de Cuento «Julio Cortazar» nació hace doce años por iniciativa de la escritora y editora lituana Ugne Karvelis, pareja de Julio Cortazar. Ella insistió en que el concurso tuviera sede en Cuba, de modo que fuera recuerdo permanente del impacto de Julio en el cuento comtemporáneo y del compromiso que tuvo con Cuba, Nicaragua y los movimientos revolucionarios del continente.
Así surgió la cita anual del 26 de agosto en La Habana, con Miguel Barnet como Presidente de Honor y ella como Coordinadora. Durante la primera década, el apoyo material vino de la misma familia de Karvelis. Desde hace dos años, el gobierno de Argentina decidió involucrarse en la aventura, primero como fuente de financiamiento; luego con apoyo público, al declarar el Premio «de interés cultural» y sumarlo a los eventos promocionados a través de sus propias redes. Por eso, y por la amistad, agradeció Basilia a la embajadora Juliana Merino.
El último comentario de la coordinadora fue para llamar la atención sobre el siginificativo salto de participación entre 2012 y 2013: en la edición anterior se recibieron unos 400 textos, este año casi 600, desde veinticuatro países. Eso significa que la participación para esta duodécima edición desbordó la región iberoamericana. De acuerdo a las declaraciones de la Coordinadora, hubo concursantes desde Australia, Rusia y otras naciones donde el castellano es lengua minoritaria.

Menciones a:
Lourdes González por «Claroscuro» (Cuba)
Argenis Osorio por «La sexta caballería de Kansas» (Cuba)
Marina Porcelli por «Córdoba-Rawson, 1979. La fisura» (Argentina).
Primeras Menciones a:
Oliverio Coelho por «El ocupante» (Argentina)
Alberto Garrandés por «Los peligros inminentes» (Cuba).
El XII Premio Iberoamericano de Cuento «Julio Cortazar» fue otorgado a Nara Mansur por «¿Por qué hablamos de amor siempre?».
En el Acta del Jurado, se argumentó la desición en base a que el cuento «nos envuelve en inquietantes interrogantes y especulaciones acerca del mundo cambiante que invade y transforma hasta nuestro más cercano ámbito existencial».
Nara Mansur (La Habana, 1969) es Licenciada en Teatrología (Facultad de Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte) poeta, dramaturga, crítica teatral, editora, y promotora cultural. Reside entre La Habana y Buenos Aires, Argentina desde 2007, razón por la cual no pudo asistir a la premiacion, y el diploma fue recibido por sus padres.

A continuación, Rodolfo Hamawi, habló de su experiencia como jurado del Premio. La definió como «maravillosa y divertida» algo que «habría gustado a Cortazar» afirmó. En especial recalcó la calidad de los textos remitidos, así como su variedad estilística. El también Director Nacional de Industrias Culturales de la Secretaría de Cultura de Argentina, se refirió en su discurso a dos acontecimientos estrechamente relacionados con su presencia y el apoyo de Argentina a este certamen:
En septiembre de 1973, Argentina y Cuba reanudaron sus relaciones diplomáticas, con la visita del presidente cubano Osvaldo Dorticós Torrado. Relaciones que están ahora en su mejor momento, afirmó. Es por eso que el gobierno argentino planea una serie de eventos culturales para el mes próximo, en especial en Bueno Aires y Córdoba, donde Dorticós se reunió con el movimiento obrero.
El segundo aniversario se refiere a Rayuela, la novela insignia de Julio Cortázar, publicada por primera vez en España en 1963. Leyó a propósito una carta del autor a Roberto Fernández Retamar, sobre el éxito de Rayuela. En la epístola, Cortazar atribuye el éxito de ventas de este libro, que fue seguido del llamado «boom latinoamericano,» a la existencia de un público local comprometido y a una buena cantidad de autores en el continente con el objetivo político de buscar su identidad sin imitar más los moldes europeos.

Al final de su intervención, Rodolfo Hamawi recordó que en 2014 Julio Cortazar cumpliría 100 años. Argentina se prepara para celebrar por todo lo alto el aniversario, y esperan contar con el apoyo de Cuba, a través de la Casa de las Américas y del Instituto Cubano del Libro, ya que la Revolución Cubana y la de Nicaragua fueron tan importantes para su vida.
«La Revolución cubana
me mostró de una manera cruel y que me dolió mucho el gran vacío político que había en mí, mi inutilidad política
los temas políticos se fueron metiendo en mi literatura» diría Cortazar en La fascinación de las palabras. Ese giro, esa comprensión de lo social fue lo que le llevó a que, en noviembre de 1974, cuando le otorgaron el premio «Médicis étranger» por Libro de Manuel, entregara el dinero del premio al Frente Unificado de la resistencia chilena.
Es cierto, admitió el funcionario y crítico, que todas estas reuniones y eventos son lo que el padre de los cronopios llamaría «pompa», pero no se puede dejar pasar como si nada el 26 de agosto de 2014.
Cerró sus palabras con una cita de Cortazar que se debe recordar que, en última instancia, cada persona tiene que «escribir lo que su conciencia y su dignidad personal le lleven a escribir».
Por último, la organización del evento pidió a Roberto Fernández Retamar unas pocas palabras sobre su relación con Cortazar. El poeta y Director de Casa de las Américas compartió varias reflexiones sobre la escritura de «El Gran Julio», de sus etapas de vida y escritura. Cortazar ubicaba a Rayuela en su etapa de escritura «metafísica», a la cual seguirían textos «históricos» -que era como el llamaba a la política-, como 62 Modelo para armar (1968). Sin embargo, Retamar dice que no se resigna, para él Rayuela no es metafísica, sino compromiso puro.
Terminó con una anécdota: su nieto, de 19 años, acaba de leer Rayuela. «Me ha cambiado la vida», le dijo el joven, y «A mi también me la cambió», repuso el abuelo.
Tomado de Cubaliteraria