Reunión en la que Cuba y Argentina se llevan un premio de cuento y Julio Cortazar es informado de que habrá pompa a su alrededor

El día del cumpleaños 99 de Julio Cortazar [26 de agosto] fue nublado, húmedo y caluroso. Las tormentas de estas últimas tardes han sembrado la cautela entre la ciudadanía habanera, por lo que las personas interesadas en la entrega del XII Premio Iberoamericano de Cuento «Julio Cortazar» llegaron puntuales al patio del Centro Cultural «Dulce María Loynaz». A las 4 el salón estaba lleno.
 
En las primeras filas estaban representantes de las entidades involucradas: Zuleica Romay Guerra, Presidenta del Instituto Cubano del Libro; Juliana Merino, Embajadora de Argentina en Cuba; Jorge Fornet, Norberto Codina y Rodolfo Hamawi, integrantes del jurado, así como Basilia Papastamatíu coordinadora del Concurso. Entre el público se destacaban Roberto Fernández Retamar y Pablo Armando Fernández, escritores laureados con el Premio Nacional de Literatura de Cuba.
 
La ceremonia comenzó con la introducción de  Basilia Papastamatíu, argentina afincada en La Habana, poeta y promotora literaria., quien explicó que el Premio Iberoamericano de Cuento «Julio Cortazar» nació hace doce años por iniciativa de la escritora y editora lituana Ugne Karvelis, pareja de Julio Cortazar. Ella insistió en que el concurso tuviera sede en Cuba, de modo que fuera recuerdo permanente del impacto de Julio en el cuento comtemporáneo y del compromiso que tuvo con Cuba, Nicaragua y los movimientos revolucionarios del continente.
 
Así surgió la cita anual del 26 de agosto en La Habana, con Miguel Barnet como Presidente de Honor y ella como Coordinadora. Durante la primera década, el apoyo material vino de la misma familia de Karvelis. Desde hace dos años, el gobierno de Argentina decidió involucrarse en la aventura, primero como fuente de financiamiento; luego con apoyo público, al declarar el Premio «de interés cultural» y sumarlo a los eventos promocionados a través de sus propias redes. Por eso, y por la amistad, agradeció Basilia a la embajadora Juliana Merino.
 
El último comentario de la coordinadora fue para llamar la atención sobre el siginificativo salto de participación entre 2012 y 2013: en la edición anterior se recibieron unos 400 textos, este año casi 600, desde veinticuatro países. Eso significa que la participación para esta duodécima edición desbordó la región iberoamericana. De acuerdo a las declaraciones de la Coordinadora, hubo concursantes desde Australia, Rusia y otras naciones donde el castellano es lengua minoritaria.
 
El Acta del Jurado fue leída por Jorge Fornet, conocido ensayista y crítico literario. Tras llamar la atención sobre la excelente calidad de la mayoría de las obras concursantes, «lo que hizo especialmente difícil la tarea de selección, y demuestra también que la narrativa hispanoamericana goza en estos momentos de excelente salud». Los relatos reconocidos fueron seis.
 
Menciones a:
Lourdes González por «Claroscuro» (Cuba)
Argenis Osorio por «La sexta caballería de Kansas» (Cuba)
Marina Porcelli por «Córdoba-Rawson, 1979. La fisura» (Argentina).
 
Primeras Menciones a:
Oliverio Coelho por «El ocupante» (Argentina)
Alberto Garrandés por «Los peligros inminentes» (Cuba).
 
El XII Premio Iberoamericano de Cuento «Julio Cortazar» fue otorgado a Nara Mansur por «¿Por qué hablamos de amor siempre?».
 
En el Acta del Jurado, se argumentó la desición en base a que el cuento «nos envuelve en inquietantes interrogantes y especulaciones acerca del mundo cambiante que invade y transforma hasta nuestro más cercano ámbito existencial».
 
Nara Mansur (La Habana, 1969) es Licenciada en Teatrología (Facultad de Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte) poeta, dramaturga, crítica teatral, editora, y promotora cultural. Reside entre La Habana y Buenos Aires, Argentina desde 2007, razón por la cual no pudo asistir a la premiacion, y el diploma fue recibido por sus padres.
 
La madre de Nara, además, leyó una carta que remitió su hija, sus palabras por el Premio: Tras los agradecientos de rigor al jrado, a su familia -en Cuba y Argentina-, dedicó una breve reflexión al papel de la intelectualidad en la Cuba: «hay un debate intenso entre intelectuales sobre la sociedad actual» y expresó su deseo de que se revierta en un crecimiento para toda la nación, ya que a Cuba debe, al cabo, todas las ideas que tiene en la cabeza.
 
A continuación, Rodolfo Hamawi, habló de su experiencia como jurado del Premio. La definió como «maravillosa y divertida» algo que «habría gustado a Cortazar» afirmó. En especial recalcó la calidad de los textos remitidos, así como su variedad estilística. El también Director Nacional de Industrias Culturales de la Secretaría de Cultura de Argentina, se refirió en su discurso a dos acontecimientos estrechamente relacionados con su presencia y el apoyo de Argentina a este certamen:
 
En septiembre de 1973, Argentina y Cuba reanudaron sus relaciones diplomáticas, con la visita del presidente cubano Osvaldo Dorticós Torrado. Relaciones que están ahora en su mejor momento, afirmó. Es por eso que el gobierno argentino planea una serie de eventos culturales para el mes próximo, en especial en Bueno Aires y Córdoba, donde Dorticós se reunió con el movimiento obrero.
 
El segundo aniversario se refiere a Rayuela, la novela insignia de Julio Cortázar, publicada por primera vez en España en 1963. Leyó a propósito una carta del autor a Roberto Fernández Retamar, sobre el éxito de Rayuela. En la epístola, Cortazar atribuye el éxito de ventas de este libro, que fue seguido del llamado «boom latinoamericano,» a la existencia de un público local comprometido y a una buena cantidad de autores en el continente con el objetivo político de buscar su identidad sin imitar más los moldes europeos.
 
Rayuela fue definida por un periodista mexicano como «la declaración de independencia de la novela latinoamericana», aunque el modo en que juega con la subjetividad del lector y sus múltiples finales implican algo más que independencia estilística. En su fondo y en su forma, Rayuela es una ruptura formal con el género, ya que reivindica la importancia del lector y propone a quien se acerca al libro un protagonismo negado por la novela clásica, en la cual lo importante era conducirnos hasta el final de la historia. Debe ser por eso que su autor  prefería denominarla «contranovela».
 
Al final de su intervención, Rodolfo Hamawi recordó que en 2014 Julio Cortazar cumpliría 100 años. Argentina se prepara para celebrar por todo lo alto el aniversario, y esperan contar con el apoyo de Cuba, a través de la Casa de las Américas y del Instituto Cubano del Libro, ya que la Revolución Cubana y la de Nicaragua fueron tan importantes para su vida.
 
«La Revolución cubana… me mostró de una manera cruel y que me dolió mucho el gran vacío político que había en mí, mi inutilidad política… los temas políticos se fueron metiendo en mi literatura» diría Cortazar en La fascinación de las palabras. Ese giro, esa comprensión de lo social fue lo que le llevó a que, en noviembre de 1974, cuando le otorgaron el premio «Médicis étranger» por Libro de Manuel, entregara el dinero del premio al Frente Unificado de la resistencia chilena.
 
Es cierto, admitió el funcionario y crítico, que todas estas reuniones y eventos son lo que el padre de los cronopios llamaría «pompa», pero no se puede dejar pasar como si nada el 26 de agosto de 2014.
 
Cerró sus palabras con una cita de Cortazar que se debe recordar que, en última instancia, cada persona tiene que «escribir lo que su conciencia y su dignidad personal le lleven a escribir».
 
Por último, la organización del evento pidió a Roberto Fernández Retamar unas pocas palabras sobre su relación con Cortazar. El poeta y Director de Casa de las Américas compartió varias reflexiones sobre la escritura de «El Gran Julio», de sus etapas de vida y escritura. Cortazar ubicaba a Rayuela en su etapa de escritura «metafísica», a la cual seguirían textos «históricos» -que era como el llamaba a la política-, como 62 Modelo para armar (1968). Sin embargo, Retamar dice que no se resigna, para él Rayuela no es metafísica, sino compromiso puro.
 
Terminó con una anécdota: su nieto, de 19 años, acaba de leer Rayuela. «Me ha cambiado la vida», le dijo el joven, y «A mi también me la cambió», repuso el abuelo. 
 
Tomado de Cubaliteraria

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