Desde New York 4: #NYCGayPride el mejor trabajo voluntario de mi vida

Ya es lunes a medio día y puedo ver las cosas con más calma, pero ayer estaba tocando el cielo con la cabeza de felicidad y el infierno con los pies, del dolor. Es que estuve 7 horas de pie en la marcha del Orgullo Gay de Nueva York. 
¿Por gusto? No.
Trabajo voluntario.
Como lees: me inscribí para hacer trabajo voluntario en la Marcha, junto a Leandro, un cubano de la Lenin que está acá desde hace 4 meses. 
Él se había inscrito hace días, a través de la web del evento, y cuando nos vimos en la mañána me propuso sumarme, pues seguro faltaba gente. Al llegar a la mesa, en efecto, faltaba gente. ¿Suena familiar? Pues el resto de la jornada tuvo varios puntos de contacto con un día de Trabajo Voluntario en Cuba.
Bueno, nos tomaron los nombres, nos dieron pulovers y plegables (el agua se había acabado) y nos mandaron a ayudar con el tráfico en la esquina de 14 y 5ta Ave (la marcha bajaba por 5ta desde 36 hasta 8 y luego doblaba). Nuestra pincha era: cuando la gente se demore mucho, apúrales para que no se hagan huecos, cuando la poli quiera detener la marcha para que pase el tráfico de 14, intermediar para que ninguna «loca» impulsada se fuera contra un poli o ¡peor! contra un carro.
Éramos 3 en la esquina, una brasileña y nosotros 2, cubanos. Además de la poli, claro. Un supervisor llamado Sean pasó par de veces a asegurarse de que estábamos bien, y cumpliendo. 
La escuadra policial (es un decir, no se si eran tantos como para ser llamado escuadra, yo conté 8) de lo más chéveres. Una de las polis era lesbiana, creo, y cuando pasó el grupo de policías LGBT se empezaron a abrazar quienes desfilaban con la gente de guardia y se demoraron cantidad.
Además de que llovió, así que como 2 horas de la marcha me las pasé corriendo de un lado a otro con una sombrilla «desechable» que me regaló Alex el segundo día de estar acá, con miedo de que se virara al revés por un golpe de aire. Por suerte no pasó, pero de verdad yo lo esperaba, es una de esas plegables chinas de 5 usd sin marca conocida ni garantía que ya tu sabes…
Bueno, vi de todo. Carrozas, carros descapotables, sillas de ruedas, coches de bebés, coreografías, bandas… 
Las marchas del Orgullo LGBT se han convertido en foros políticos donde las organizaciones declaran su posición respeto al tema, siempre con lazos a sus propios objetivos o necesidades. Así que pasaron todo tipo de grupos: sindicatos, grupos de lucha contra la homofobia, el SIDA y las discriminaciones, iglesias, candidatos políticos, grupos políticos, empresas, cabarés, parques de diversiones… en ese sentido la diversidad del desfile era tremenda. 
Yo creo que en Cuba, como marchamos nosotros «compacto», habría tardado como 3 horas en pasar toda esa gente. Acá, con las interrupciones para el tráfico, previstas, y las que demandaban las ambulancias, impredecibles, fueron casi 6 horas. 
Todo ese tiempo caminando de un lado a otro de la calle, haciendo señas de «avanza» o «alto», vigilando las órdenes de la policía…
Pero fue bonito, más abajo están las fotos. Lástima que la batería se murió a mitad de la marcha, porque yo no la cargué la noche del sábado. Además, algunas gentes del desfile se paraban a dar las gracias. Si, decían «gracias por hacer esto» «gracias por ayudar en la marcha». 
Cuando pasó el supervisor por tercera vez, ya para el cierre, entendí un poco mejor: Leandro le preguntó dónde debía ir para seguir trabajando con la gente de Fundación Herencia (Heritage Fundation), y Sean le dijo que debía ir a la sede el martes. Que bastaba con que mostrase persistencia, pues la mayoría de los voluntarios no aguantan más de un evento. 
Leandro y yo habíamos hablado de irnos de fiesta después del desfile, pero ¡qué va! El quería irse para Queens y yo salir pitando para Nueva Jersey. 
En el viaje de vuelta, el desfile me acompañó. La Estación de Pennsilvania y el tren estaban llenos de gente con banderitas, pegatinas, pulovers, sombrillas. Nos hacíamos señas de complicidad, como si supiéramos de algo muy especial, y así era. 
Esto del domingo si que fue trabajo voluntario. ¡Para lo que viene una a la yuma! 

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