En agosto del año pasado una de mis profesoras, María Amelia Viteri, circuló entre sus ex-alumn@s la convocatoria a un congreso en Canadá -dis que prestigioso-, para participar como grupo. La idea era poner en «lenguaje académico» la experiencia del travestismo salsero que montamos en Quito –yo lo nombré “A propósito de los Unicornios”. Le contesté que prefería -pura militancia que se me subió a la cabeza de pronto- proponer una ponencia sobre los avances del movimiento en Cuba, ya que la tal Latin American Studies Asociation (LASA) es tan importante.
Titulé el proyecto “Para que otra voz se escuche. Sobre el reconocimiento legal y social de las personas LGBT en Cuba en la primera década del siglo XXI”, hice un resumen, me metí en la web -todo on line, muy sofisticado y muy chic-, y se enredó la pita. Porque para mandar propuestas había que ser miembro, y aun cuando tuviera el dinero, desde Cuba no se puede girar $ a nada con base en USA sin mil papeles. Bueno, pues María Amelia -tan buena que tiene el karma limpio para tres reencarnaciones- me pagó la membresía.
Quién te dice a ti que en abril me escriben diciendo que aceptaron mi ponencia y en mayo que me gané una Beca LASA, 800 USD que me permitirían volar a Toronto, en el Canadá y codearme con famos@s de las ciencias sociales.
Todo ha sido un corre-corre desde entonces, porque tu sabes que para salir de la Isla no solo hace falta dinero… Papeles de Ciencias Sociales a ICL, de ICL a MINCULT. Llamaditas de un lado para otro a ver dónde estaban esos papeles. Malas caras y viajes mil para que te destraben un trámite, te pongan un cuño, te lleven el pasaporte a visar… Y todo con la espada de Damocles del bloqueo sobre la cabeza.
Si, claro, no podía faltar el bloqueo para sazonar una aventura de viajes: Como la sede de LASA es la Universidad de Pittsburg, todo dinero que inviertan en Cuba o cuban@s de Cuba es analizado con lupa por el Departamento de Estado, que no se enteró de que Obama «dice» querer apoyar los intercambios académicos para «atraernos» a la libertad por medio del conocimiento. En fin, que hasta el 20 de septiembre estuvimos pendientes de que cualquier funcionario de Washington se acordara de que no le gustó «El padrino» (la parte que ocurre en Cuba) y vetara el guaniquiqui de las becas.
Por fin, entonces, ya solo faltaba que me dieran la visa. Canadá no puso problemas y, la verdad, las preguntas de su cuestionario fueron divertidas: firme aquí si no tiene cónyuge, pareja de hecho, ex-cónyuge ni ex-pareja de hecho; firme aquí si no tiene hermanos, medio hermanos ni hermanos adoptivos; marque la cajita si ha traficado armas; etc. Un banquete.
Entonces hoy fui a la última reunión de coordinación del grupo -dicen «grupo» porque la UH, sede de LASA Cuba, no puede pagar nuestros vuelos y hospedajes, en ese caso seríamos una «delegación»- y solo queda limpiar las botas, planchar la ropa, empacar.
El domingo hay que estar a las 10 40 am en el aeropuerto, para coger buenos asientos en el avión, que está a full en las comunicaciones oficiales y se sospecha sobre-vendido -táctica por demás habitual en numerosas aerolíneas del mundo. Beatriz dice que debo llevar un paquete de tostadas y un huevo hervido, porque como el avión es de Cubana de Aviación, no imaginamos de qué tamaño mínimo podrán llegar a ser las raciones de la cena a bordo. Aunque no debemos ser pesimistas, se trata de un Airbus A 320 con escala en Varadero, no serán tan tacaños -no por nosotros, sino por quienes montarán en Varadero.
Y ya, ese es el cuento de hoy.