La Habana, 15 mar.- Cómo se refleja Cuba en las producciones audiovisuales independientes y cómo reacciona la estructura gubernamental ante este fenómeno de descentralización, estuvieron en el centro de los debates de la segunda jornada del Encuentro teórico–cultural Pensamos Cuba.
“Hay un conflicto grave entre el poder y los jóvenes por el modo de acercamiento a la realidad respecto al paradigma trazado por los círculos de poder”, aseguró el crítico de cine Gustavo Arcos durante el debate realizado el pasado sábado 13 en la sede de la Sociedad Cultural José Martí, en el céntrico barrio habanero El Vedado.
“Cuando el cine joven mira espacios que se salen del paradigma, el poder entiende que esa producción no debe circular y la limita. Uno de los resultados es que la gente no ve esa producción, y si el cine no se ve no existe”, añadió el especialista.
Convocado por la sección de crítica e investigación de la Asociación Hermanos Saíz de Ciudad de La Habana, la jornada tuvo una primera parte dedicada a la producción audiovisual y el papel de los jóvenes realizadores en el acercamiento a la realidad respecto al paradigma tradicional.
El espacio convocó a realizadores, críticos, profesores y seguidores del cine cubano.
El debate fue estimulado con la presentación de dos cortos presentados en la 9na Muestra de Nuevos Realizadores, realizada del 23 al 28 de febrero en la capital cubana. Los materiales fueron “El dictado”, reconocida con Premio Especial, y “Reflexiones”, ganadora del Premio de Animación.
Más tarde Danae Dieguez, profesora y miembro del equipo organizador de la Muestra de Jóvenes Realizadores, moderó la mesa de diálogo integrada por el profesor y crítico Gustavo Arcos, el realizador Karel Duquesne, el profesor del Instituto Superior de Arte y realizador Alejandro Ramírez, y la realizadora Sandra Gómez.
Los tres realizadores convocados coincidieron en que sus materiales intentan dar voz a las personas sin voz dentro de Cuba. Para Karel Duquesne uno de los móviles en temas y enfoques es que muchos “sienten que la prensa no refleja la realidad de modo complejo y que deben incidir. Eso puede hacer que falle lo artístico.”
Alejandro Martínez insistió, además, en que estos materiales, aunque apresurados o de investigación deficiente, tienen un resultado que “desmiente la idea de «generación descomprometida con el destino del país» que algunos exponen, si tenemos compromiso, y bastante fuerte.”
A partir de las intervenciones del público se tocaron varios temas álgidos, entre ellos la piratería y el imaginario de los nuevos realizadores.
Respecto a la piratería a través de memorias USB, varias personas coincidieron en que, aunque puede doler el deterioro de la experiencia por la oscilante calidad de las copias, el acceso a diversos sectores es lo más importante.
Para Arcos “todos los realizadores quisieran verse en pantalla grande, pero la realidad de Cuba es distinta y los materiales deben circular por otras vías.” Dieguez, por su parte, señaló el lado oscuro: “creo que es la única manera en que mucho del audiovisual circula, pero hay valores económicos y simbólicos involucrados que son prerrogativa del autor.”
Uno de los jóvenes del público llamó la atención sobre el origen de clase media de la mayor parte de los realizadores jóvenes y la inevitable traslación de su imaginario burgués a la producción.
La primera respuesta a esta afirmación cuestionó con fuerza que el imaginario burgués estuviera indefectiblemente atado a las personas de origen “clase media”, como si las motivaciones íntimas no influyeran tanto o más que las muy desdibujadas clases cubanas.
La segunda intervención señaló que no se deben usar categorías económicas y sociológicas fuera de contexto, equiparando lo que muchos entendían por burgués en la primera mitad de los sesenta en Cuba, por ejemplo el escritor y artista italiano Pier Paolo Passolini (1922-1975), con lo que significa ser burgués a inicios del siglo XXI.
Una última pregunta del público cerró el debate: ¿Pueden los jóvenes realizadores proponer alternativas? “La obra de arte debe ser ante todo obra de arte. No es su objetivo crear alternativas”, contestó Danae Dieguez.
Por mi parte creo que el hecho de que estos jóvenes se empeñen en pensar Cuba con las cámaras y, ahora, las palabras, puede interpretarse como un gesto constructivo, una alternativa al silencio.
El encuentro, realizado los días 12 y 13 de marzo, incluyó otras tres mesas de diálogo dedicadas a temas como los espacios de participación y trabajo, el arte de la crítica y el escritor ante la realidad social. (2010)
La versión original fue publicada en Voces de la IPS