CRONICAS DESDE LA MITAD DEL MUNDO 1: LA LLEGADA

Reporte atrasado de la vida en el centro del mundo

Bueno, la verdad es que la debo, pero (como en el Principito) tengo una disculpa: he estado pasando frío físico y ardentía intelectual, y el trabajo de conciliar ambas situaciones me ha dejado extenuada. Se puede arguir que no dejé de escribirle a Rogelio, pero ustedes comprenderán que yo no podía ponerles con copia las notas sentimentaliodes, deprimidas y melancólicas que escribía a mi amante lejano, verdad? Por eso, y porque no tenía (todavía no tengo) tiempo para mis propios intereses, pospuse la elaboración de un epistolario regular, que les dejara saber que estoy bien y no me he tomado la pastillita del olvido. Escritas las disculpas, vamos al asunto.

Llegué con buen tiempo, el Pichincha era una mole más oscura que el cielo, donde chocaban las nubes, un sitio más imaginado que visto. Fuera del avión, el frío era espectacular, pero yo, a diferencia de la mayoría de los viajeros, me lo esperaba, y por eso viaje con ropa poco elegante y pesada (ya se imaginan la cara de mi madre, no?).

En la puerta de salidas internacionales el primer encontronazo: Irina estaba tapada por un montón de indígenas (con trajes típicos y todo) que gritaban «Viva Cuba», regalaban banderitas y flores. Era el comité de recepción a la delegación cubana para el V Encuentro de Solidaridad con Cuba, y, por supuesto, me tomaron por miembro de la delegación. Huelga decir que me abrazaban como si yo les trajera el «Líbrese del Imperio y recupere sus recursos naturales en diez rápidas lecciones» bajo el brazo. Detrás de esa multitud, con una chaqueta en las manos y muerta de risa, estaba Irina.

El viaje hasta el apartamento fue breve, pero me dejó una impresión que sería permanente: Quito es una ciudad colorida y estrecha. Colorida, claro, por los carteles que anuncian de todo, desde celulares Porta («Yo elijo hablar más pagando menos») hasta respeto vial («No más corazones azules en la calle»). Estrecha porque la mayoría de las calles son de un solo sentido, y estoy hablando de las regiones norte (el aeropuerto) y centro (donde vivo con Irina), las más ricas de la ciudad. Para mi, acabada de llegar de una ciudad opaca y donde el bien público guía la cartelística, pero de calles anchas y bien pensadas, era un contraste violento. Pensé que se me iba a pasar con los días, pero (no me da la gana de tomarme la pastilla del olvido) sigo creyendo que las calles de La Habana son mejores. Irina me explicó luego que los proyectos urbanísticos de los sesenta no se proyectaron lo suficientemente hacia delante, y por eso ahora las calles le quedan chicas a los carros, nada, que La Habana tiene calles lindas caballero, con baches, pero le caben las guaguas.

Ya se sabe que llegué con el curso empezado, así que tras mi aterrizaje a las 3 am, dormí un poco y la putumaya me llevó a la clase de Teoría Feminista a las 5 pm. Se imaginan mi estado verdad?: muerta de frío, mareada y sin leer el material correspondiente. Pero ustedes también saben que a mi las trasnochadas me dan una extraña lucidez verbal. Arrasé, jejejeje, arrasé de pura suerte, porque el Tema de la clase era El segundo sexo, que yo me leí para la tesis, y cometieron el error de decir (delante de mi) «comunistas», como si solo hubiera un comunismo, y «feministas», como si solo hubiera un feminismo. Ahí mismo paré en seco y levanté las banderas de las categorías de clase y grupo social, que parece que estas mujeres no las hubieran oído nunca.

Eso me dio fama de preparada, y desde entonces en las clases la gente me mira, se me acerca a preguntar, escuchan mi opinión. No voy a negar que es agradable, pero a la vez me pone en una situación de exigencia que no deseo, porque yo tampoco soy la super-alumna no?, solo la genio-alumna :).

Bueno, ya cumplí con reiniciar los reportes. Pido disculpas por haberles dejado sin noticias tanto tiempo y me comprometo a seguir escribiendo con frecuencia, cosa que ya puedo hacer porque conozco mejor los horarios del laboratorio de computación de la FLACSO y me se mover sola por la ciudad.

Un abrazo desde el centro del mundo (que es un poco frió y muy aindiado).

2 comentarios en “CRONICAS DESDE LA MITAD DEL MUNDO 1: LA LLEGADA

  1. 30/11/07 Bueno, no tan poético, pero te cuento que estuve toda la semana atendiendo a ecuatorianos. ¡Dios mío, qué gente más fea! Pero son muy buena gente, muy graciosos, eso me gustó mucho de ellos. Me cayeron tan bien que me fui muy sincera y les dije que eran refeos y que entendía perfectamente que estuviesen babeándose con las mujeres cubanas porque las ecuatorianas son muy buena gente pero están en candela. Por lo demás, estuvieron contándome muchas cosas de las ciudades, porque no todos eran de Quito. Me dijeron que allá todo es más barato, en Quito digo. Le llamé a tu mamá por si quería enviarte algo y me dijo que iba a llamar a Rogelio para preguntarle. Supongo que decidieron que no había nada interesante para enviarte que no tuvieses allá. Pues nada, que supongo que si todos los ecuatorianos son como los que estuvieron aquí, te debes sentir rebien porque eran delo más simpáticos y conversadores.Ya, eso, que mis crónicas no son tan largas porque serían muy aburridas.Besitos para ti.

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